La presidenta expresó que su propósito es que «ninguna familia tenga un arma» en México, donde cada año entran 200 mil armas de Estados Unidos, origen de casi tres cuartas partes, el 74%, de las que incautan las autoridades mexicanas, según señaló el Gobierno con base en un informe del Departamento de Justicia estadounidense.
Funcionarios realizarán jornadas en iglesias católicas y evangélicas, además de otras religiones, así como brigadas «calle por calle» y «casa por casa», expuso Rosa Icela Rodríguez, titular de la Secretaría de Gobernación (Segob), encargada del plan.
La secretaria prometió a los ciudadanos que «nadie les preguntará sobre el origen del arma, que no se sigue ninguna investigación y que es totalmente anónimo».
“Al personal de la Secretaría de la Defensa Nacional es a quien le toca recibir y destruir al momento rifles, escopetas, pistolas, revólveres, lanzamisiles, granadas y todo tipo de armas. A cambio, se entregará dinero en efectivo con base en un tabulador publicado en el Diario Oficial», detalló.
La funcionaria no precisó el monto de la inversión que destinará el Gobierno ni la meta de cuántas armas esperan confiscar.
Acercamiento entre Sheinbaum y la Iglesia
La estrategia de desarme representa también un acercamiento entre Sheinbaum y la Iglesia católica, que durante las campañas electorales chocaron por diferencias en el diagnóstico de la violencia en el país, que acumuló un récord de más de 196 mil asesinatos en el sexenio de López Obrador.
‘Sí al desarme, sí a la paz’ comenzó en la Basílica de la Virgen de Guadalupe en Ciudad de México, donde el rector del templo, Efraín Hernández, afirmó que «las autoridades están haciendo bien su trabajo».
«Este es un día histórico porque la presencia de la ciudadana presidenta de México nos da testimonio de su preocupación y de su interés por llevar a México a esta condición de unidad, solidaridad y paz», aseveró.